Juan Cano Cortés condujo el primer convoy que brindó servicio en la estación Chapultepec en 1969.

Esa mañana le cambió la vida. Como si de un ritual de iniciación se tratara, se colocó el uniforme: pantalón gris, camisa de algodón, zapatos dieléctricos. Abrochó los tres botones dorados de su chaquetín azul de lana y se coronó con el quepí, un gorro con franja anaranjada. A las 5:50 am del 5 de septiembre de 1969, escuchó el timbre de salida y puso en marcha el primer tren del recién inaugurado Sistema de Transporte Colectivo Metro.

Con apenas 21 años de edad, Juan Cano Cortés condujo el convoy que salió de la estación Chapultepec mientras Salvador Terrón lo hizo desde Zaragoza pues, en aquel entonces, la Línea 1 se conformaba únicamente por 16 estaciones (tramo Chapultepec-Zaragoza).

 “Aún recuerdo el día en que iniciamos las prácticas de manejo. Ver el tren por primera vez fue impactante. Salió del túnel a máxima velocidad levantando una nube de polvo, pues la obra seguía en construcción”, rememora Cano Cortés a quien, 47 años después, se le siguen iluminando los ojos cuando habla del metro.



“Mis compañeros y yo lo vimos nacer. El primer día de operación, cuando llegábamos a las estaciones, la gente aplaudía y nos decía: ‘parecen pilotos de aviación’, a lo que contestábamos: ‘no, ellos llevan, a lo mucho, 150 pasajeros, ¡nosotros llevamos mil! Su seguridad está garantizada con nosotros’”.

“Los viajes estaban cronometrados; éramos muy precisos. El primer viaje duró exactamente 20 minutos con 40 segundos. Nos acompañaban auxiliares tripulantes de trenes que, a través del intercomunicador, daban instrucciones como el ‘permita el libre cierre de puertas’, informaban sobre la próxima estación y explicaban detalles sobre el significado de los iconos”, asegura.

El primer boleto del metro era de color naranja y tenía la característica letra eme. La plantilla de cinco boletos costaba $5.00; el boleto unitario, $1.10”, menciona Don Cano, como le llaman sus colegas, quien fue testigo también de la transformación del entorno urbano de la ciudad: “la construcción del metro fue una obra inmensa; las calles estaban entreabiertas y vimos cómo se convirtieron en avenidas”.


                                         Primer boleto del Metro


Cano Cortés condujo el convoy durante seis meses, pues aplicó para subir de puesto. Así fue como escaló hasta convertirse en Jefe de Línea Operativa, cargo con el que capacitó a cientos de operadores en una trayectoria de 39 años.

“Para mí, el metro significa madurar. Me dejó grandes compañeros y a mis mejores amigos, pero sobre todo la gran satisfacción de haber dado lo mejor de mí y de compartir mis conocimientos. Pocos podemos darnos el lujo de estrenarlo y de contribuir a la formación de una escuela, de un acervo. Le tengo mucho cariño; aún tengo mi primera llave de conductor –una llave francesa– así como mi primera y última credencial; son parte de mi identidad”.